Me gustaría ver un cerro de la quebrada con naranjo y caña de azúcar, al fondo un jardín de cactus y un taller. Eso si que la ventana se abra hacia el norte porque entra un sol muy lindo para dormir la siesta.
lunes, 30 de noviembre de 2009
Juli
Me gustaría ver un cerro de la quebrada con naranjo y caña de azúcar, al fondo un jardín de cactus y un taller. Eso si que la ventana se abra hacia el norte porque entra un sol muy lindo para dormir la siesta.
sábado, 28 de noviembre de 2009
martes, 24 de noviembre de 2009
lunes, 23 de noviembre de 2009
Andrea
Me gustaría por mi ventana ver a Luciano que viene a contarme sobre el libro que leyó o la película que hay que ver porque cambió la historia del cine, o simplemente charlar mirando el cielo. Y más atrás ver a Juliana que viene con algún planteo político-filosófico sobre algún encuentro que hablaron sobre arte, o simplemente chusmear las últimas novedades de la vida
(aunque se pondría colorada si alguien lee esto, bueno o quizás un poco más colorada)(esperando que Andrea me mande la foto
de lo que ahora ve desde su ventana)
de lo que ahora ve desde su ventana)
Fabián
Me gustaría ver tantas cosas... algunas bellas para el disfrute, otras dolorosas para saber que sanaron. Mmm me gustaría ver... mirándome mirar el desierto a través de la ventanilla del cole... Es ahí donde miro, nos miro, me miro. Lo que pasó, lo que pasa, lo que vendrá talvez... lo que no fue también.
(espernado que Fabián me envíe la foto
Carmen
Ramiro
Estefanía
Charito y Gustavo
Maria Laura
Que bueno! me toca? mm un avion... que simbolice el cambio, lo nuevo.
Puede ser un globo tambien! pueden ser globos tambien! muchooos.
Gabriela
Hubo algo que me marcó para siempre cuando vivía en el departamento de la San Juan y Junín en Tucumán. Tenía un balcón muy grande, donde salía a fumar y a asomar la nariz al mundo cuando estaba harta de leer deberes seres para la facultad. Al frente, había una de esas casas antiguas tucumanas, con puertas altas y ventanas grandes que dan al suelo, siempre cerradas. En el techo derroído por la desidia y los años, sobre unas molduras de otros siglos y sin más tierra que el smog de la ciudad había un montón de plantas que varias veces al año florecían amarillo. Esa imagen era para mi tan libertaria como contradictoria. Esa imagen era el contrasentido de esa ciudad y de esos tiempos, a veces era yo misma, y a veces un empujón cuando las ganas flaqueaban. Plantas en el techo... desde esos años las persigo por donde voy, lugares delirantes donde aparece irreverentemente el verde.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)